Impredecibles son las circunstancias y las situaciones; hay una persona de la que no te habías percatado antes, esa a la que ves casi todos los días, con la que hubo una chispa que omitiste o quisiste pasar porque estaba tu amado.
Estáis en otro ambiente que no es el habitual, alcohol de por medio,desinhibiciones, y te das cuenta que sonríes y mucho, esa persona hace cualquier cosa para poder tocarte o llamar tu atención. Te dice cosas que solo las oyes tú, sabiendo que las recordaras, y sonríes de nuevo.
Al día siguiente, evitas hablar de esa persona con todas tus fuerzas pero no lo evitas y te sale una sonrisa al mencionarlo, y sigues luchando con las ganas de seguir hablando de esa persona, pero sin resultado.
Al día siguiente, te lo encuentras por el lugar habitual de siempre, haces como si no lo hubieras visto y luego saludas como si nada, y te saluda con la forma que te ha hecho sonreír toda la noche. Eso te hace entender que se acuerda de todo lo que ha hecho y dicho, luego hay unas risas de lo ocurrido, te tocas el pelo por pura manía y esa persona también te lo toca como hizo la noche de antes, no sabes si por fastidiar un poco o porque realmente quería tocarlo él también.
Al día siguiente, te despides de él con la promesa suya de que irá sólo para verte a ti.
Y te paras cinco minutos a pensar, no es el prototipo de chico que te haya gustado nunca antes, tú ya tienes a alguien en tu vida que debería de ocupar tu tiempo y pensamientos, pero a pesar de eso, tienes ganas de seguir quedando con todos los compañeros siempre que él vaya a ir, o simplemente deseando que llegue el día en el que sabes que irá.
Es totalmente confuso e inesperado, deberías haberlo intuido cuando te sentabas a su lado y sentías esos chispazos de los que pasaste, pero ahora cuando las cosas estaban "estables", te das cuenta de que siempre hubo algo oculto que ninguno de los dos dio pie, hasta que estáis fuera del ambiente habitual y él da el primer paso con un simple comentario para chinchar y de ahí, señores, se da el primer paso a la primera risa de la perdición, para ambos.